Las cosas de los gestores ideológicos, del Estado y de la legislación
explicadas con algo de sentido común "pa que se entiendan" más allá
de lo que dicen los medios de comunicación convencionales
de lo que dicen los medios de comunicación convencionales
Llevo varias semanas intentando explicar a catalanistas varios que su sistema de inmersión lingüística, por mucho que me encante el catalán y que yo mismo piense que debe haber asignaturas optativas en los colegios del resto del Estado que permitan su estudio (y el del gallego, el leonés, el aragonés, el euskara), adolece de un problema básico y es que conculta el derecho a la libre elección de las personas.
No digamos nada sobre las multas por rotular en el idioma que te dé la gana, y peor aún, haciéndolo en un idioma tan oficial y tan catalán como el castellano, porque muchos catalanes defienden que tienen dos lenguas y eso en mi opinión les da una ventaja tremenda a la hora de acercarse a otros sistemas lingüísticos como el francés y el italiano, por no hablar del inglés y el alemán al tener el cerebro entrenado en dos idiomas.
Pero resulta que no, que yo ataco al catalán porque no entiendo las circunstancias de Cataluña donde se puede hablar castellano perfectamente y el "idioma propio" peligra. Luego, como siempre, vamos a tocar el asunto de la terrible represión franquista hacia elcatalà y los mitos nacionalistas que hay por ahí con lo malo que fue el dictador para Cataluña, como si no lo hubiera sido con España.
La represión catalana como terrorífica, un mito
Hay algo que me enerva como leonés de padres castellanos. Que catalanes (y vascos) se arroguen el sufrimiento máximo de todo lo que ocurrió durante la dictadura. Que crean que ellos lo pasaron peor "porque se les machacó su cultura". Cuando resulta que en León existía una lengua el leonés o llïonés que en los años 40-50 se hablaba nada menos que por un 60% de la población de las zonas rurales; en los años 60 se les dijo que hablaban mal y se eliminó prácticamente dejándola al 10% y con vergüenza de la gente a hablarla en la calle. Luego, de la represión política, no digamos más: en León había 640.000 habitantes en 1940, hoy quedan 480.000; la mayoría emigraron a esos sitios de "mayor libertad" que eran Cataluña, el País Vasco y Madrid; hartos del caciquismo feroz del interior en España (y así como en todas las demás regiones no tocadas por la vara de millones del franquismo: el País Vasco, Cataluña y Valencia).
No digamos nada sobre las multas por rotular en el idioma que te dé la gana, y peor aún, haciéndolo en un idioma tan oficial y tan catalán como el castellano, porque muchos catalanes defienden que tienen dos lenguas y eso en mi opinión les da una ventaja tremenda a la hora de acercarse a otros sistemas lingüísticos como el francés y el italiano, por no hablar del inglés y el alemán al tener el cerebro entrenado en dos idiomas.
Pero resulta que no, que yo ataco al catalán porque no entiendo las circunstancias de Cataluña donde se puede hablar castellano perfectamente y el "idioma propio" peligra. Luego, como siempre, vamos a tocar el asunto de la terrible represión franquista hacia elcatalà y los mitos nacionalistas que hay por ahí con lo malo que fue el dictador para Cataluña, como si no lo hubiera sido con España.
La represión catalana como terrorífica, un mito
Hay algo que me enerva como leonés de padres castellanos. Que catalanes (y vascos) se arroguen el sufrimiento máximo de todo lo que ocurrió durante la dictadura. Que crean que ellos lo pasaron peor "porque se les machacó su cultura". Cuando resulta que en León existía una lengua el leonés o llïonés que en los años 40-50 se hablaba nada menos que por un 60% de la población de las zonas rurales; en los años 60 se les dijo que hablaban mal y se eliminó prácticamente dejándola al 10% y con vergüenza de la gente a hablarla en la calle. Luego, de la represión política, no digamos más: en León había 640.000 habitantes en 1940, hoy quedan 480.000; la mayoría emigraron a esos sitios de "mayor libertad" que eran Cataluña, el País Vasco y Madrid; hartos del caciquismo feroz del interior en España (y así como en todas las demás regiones no tocadas por la vara de millones del franquismo: el País Vasco, Cataluña y Valencia).