miércoles, 28 de septiembre de 2011

LA VERDAD/DEMETRIO MALLEBRERA - Discrepar para llevar caminos contrarios

¿Nos estamos dando cuenta de que todos queremos salvar esta crisis como carrera de obstáculos en solitario y nunca hay un espíritu de selección?

Ni los propios ministros del gobierno provisional que nos dirige sin un director que vaya a los ensayos se ponen de acuerdo a la hora de decir a los ciudadanos si va a servir para algo concreto el renacido impuesto que será consecuencia de la declaración del patrimonio ni si valdrá para comunidades autónomas, ni de qué cifras hay que hablar para volver a dividir a los españoles en ricos y pobres si hablamos de cosas que se valoran y hoy valen menos que ayer, o al revés, qué más da, o de rentas, beneficios y salarios que se perciben y, estos sí que son contantes y sonantes. Si esto ocurre en el consejo de ministros que aprueba cosas que cada cual explica sin saberse muy bien la lección, ¿qué esperamos del resto del estado estatal -emulando el mundo mundial-, que tampoco se pone de acuerdo? ¿Nos estamos dando cuenta de que todos queremos salvar esta crisis como carrera de obstáculos en solitario y nunca hay un espíritu de selección nacional contando con los mejores sino equipitos dispuestos a echarle la culpa al árbitro o al último que llegó por pardillo? En vez de aunar esfuerzos con la precisión y velocidad que se nos exige, nos seguimos enfrentando en discusiones bizantinas que son las que sabemos de antemano que no resuelven problemas ni ahondan en sus raíces, distrayendo al personal con datos y cifras de saldos en cuentas y posesiones de sus señorías, pues la curiosidad es un reconocido deporte nacional de alzamiento de brazos, cuyo premio lo alcanza quien más se escandaliza.
Por lo que se ve, el campeonato es mundial, ya que nuestros hermanos mayores en debates democráticos, Estados Unidos y resto de Europa, acaban de chocar de frente, justo cuando las capas teutónico-económicas estaban por unir los continentes. Pues no, los primeros se enrocan en su idea de que la reactivación necesita estímulos y empujones para que el dinero circule, y los segundos no se sabe bien si lo que quieren es esperar a que escampe, que es cosa sin fecha, imponiendo austeridad a todos. Mientras se debaten en foros de expertos internacionales si hay que favorecer músculo empresarial o machacarnos con impuestos que alguien ha dicho que serían a devolver cuando esto funcione, si funciona, el primer ministro chino (que juega al Monopoly apostando seriamente para que los yuanes sean moneda convertible dentro de poquitos años y acaben con la edad dólar) dijo en sesión veraniega del Foro de Davos que su país, al que ya denominó él mismo como segunda economía del mundo, seguirá trabajando para mantener el crecimiento global, y para demostrarlo, ayuda ya a Italia quedándose en propiedad importantes paquetes de industrias imponentes.
Si el dólar ya tiene los días contados, todavía no sabemos si el euro se irá al garete y arrastrará con él al resto de países que no están en la Eurozona. La doctora Merkel se pasa las horas a la cabecera de la enferma moneda cuando da batacazos, cambiándola de bolsas; el nerviosillo Sarkozy no quiere que le caiga encima la Europa que está al borde del colapso según Felipe González; y Zapatero, ¿qué hace, además de despedirse? En su día, a algún político de la mismísima oposición le oímos hablar de la disposición de su partido a realizar un pacto nacional de salvación, pese a su muy destacada ventaja en las encuestas para las próximas elecciones, pues si todos hemos oído que Grecia no va a poder pagar ni las pensiones dentro de un par de meses y España está tan deteriorada porque la han abandonado a su suerte políticos avecindados en Comunidades autónomas que parece que nunca tenían bastante a pesar de deberlo casi todo, pero han ido a la suya viendo que así lo hacían sus vecinos y no querían ser menos, hasta no poder más. Sería supuestamente una UTE, una unión temporal de esfuerzos, estilo UCI, por lo de los cuidados intensivos y el silencio con que romper este continuo discrepar para llevar caminos contrarios. ¡Ah!, y formada por más técnicos que políticos.