Edición digital 14 octubre de 2011
Impulso irresistible. Ejemplos desinquietos de amor al oficio
En la profesión periodística el producto acabado es tan efímero como necesario para el profesional. ¡Qué satisfacción vibrar con esta inquietud hasta completar la tarea, y relajarse!
Ya sé que lo fácil es recurrir a los patrones que impone la moda (el diseño, la forma suelta o apretada, el color imperante), la noticia más llamativa (aunque sea una catástrofe) o lo más calentito que nos trae la prensa en cualquiera de sus medios y soportes, puesto que es todavía, para la mayoría de la gente, la mejor manera de darse cuenta que se está vivo y el tiempo transcurre, porque hoy irreversiblemente ha amanecido y ayer ya queda lejos. Sea, pues, el primer ejemplo, el que nos da el periodismo, tanto ajetreo para llegar a tiempo de dar el parte oral o escribir los folios (sin pasarse de equis palabras) con los hechos que se nos han confiado para poder contárselos a nuestros fieles lectores, oyentes o espectadores. ¡Qué satisfacción vibrar con esta inquietud hasta completar la tarea, y relajarse! Es que, en esta profesión, el producto acabado es tan efímero como necesario para el profesional.
Todavía mantengo en mis oídos la palabra hablada (cada uno en su idioma) de personajes de la actualidad a los que he recurrido, porque, como los periodistas ante sus audiencias, ellos en sus discursos tan diferentes, dirigidos a públicos importantes (creo que todos lo son), han coincidido en lo mismo: “Tengo pasión por mi oficio; creedme; lo adoro”, dice Pep Guardiola, entrenador del Barça, al agradecer la imposición de la Medalla de Honor del Parlament de Catalunya en la conmemoración de la Diada.
Es idéntico a lo siguiente: “Tenéis que confiar en algo; cuando me aparté de algunas empresas, me di cuenta de que amaba lo que hacía; no perdáis la fe”, el lenguaje que prefirió utilizar en 2005 en un acto de graduación de alumnos en Stanford el recientemente fallecido Steve Jobs, el que consiguió que pudiéramos tener el mundo entero en el bolsillo, según coincidieron en decir un buen número de titulares de prensa, sin necesitar ponerse de acuerdo.
Es idéntico a lo siguiente: “Tenéis que confiar en algo; cuando me aparté de algunas empresas, me di cuenta de que amaba lo que hacía; no perdáis la fe”, el lenguaje que prefirió utilizar en 2005 en un acto de graduación de alumnos en Stanford el recientemente fallecido Steve Jobs, el que consiguió que pudiéramos tener el mundo entero en el bolsillo, según coincidieron en decir un buen número de titulares de prensa, sin necesitar ponerse de acuerdo.
Creo que ninguno de estos personajes necesita presentación alguna, más bien puede suponerse que tienen en todas partes peñas o clubes de admiradores, y eso no será por ignorancia de la gente, pese a dedicarse a oficios tan diferentes pero tan actuales, obteniendo con sus propios esfuerzos resultados brillantes a la vez que efímeros. Guardiola comenzó su discurso diciendo que el club le había dicho simplemente que él había sido “elegido”. Y Jobs, que sabía ya de su final dijo que la muerte es el mejor invento de la vida: Retira lo viejo para hacer sitio a lo nuevo.
Demetrio Mallebrera Verdú es periodista y escritor.