Impulso irresistible. En Senna su mirada era el reflejo de su alma
Me parece necesario resaltar de este campeón de Fórmula 1 que no era un personaje altivo ni engreído ni presuntuoso, que son las notas que chirrían un poco en pilotos de ahora.
En su momento y en otro soporte, ya dimos cuenta de la existencia de la película documental, con visos de auténtico guión cinematográfico, titulada simplemente Senna, que impactó a los amantes del cine y a los del automovilismo. Pero aquello fue muy general, porque había que decirle a la gente de ahora quién fue ese genial piloto de finales de los años ochenta y principios de los noventa. Hoy, acortando, y emulando la frase que dice que la cara es el espejo del alma, no nos resistimos a adentrarnos un poquito más y mostrar que, tras la visera levantada de su casco, que sólo dejaba ver sus ojos, se escondía una mirada que hablaba (¡esos ojos expresivos que comunican tanto!).
Lo suyo era un mirar transmitiendo sensaciones, emociones, pero como mensajes procedentes de un interior carismático y fascinante, con toques de misticismo cuando se mostraba insondable. Tal era su transparencia, su sinceridad. Me parece necesario resaltar de este campeón de Fórmula 1 que no era un personaje altivo ni engreído ni presuntuoso, que son las notas que chirrían un poco en pilotos de ahora; ni tampoco quisiera ver esa diferencia como un paso del tiempo y mejora de la técnica, sino desde la perspectiva de una forma de ser, de una personalidad que en su caso está marcada por una profunda creencia que le convierte en tratable y generoso a la vez que concentrado.
La misma muerte aparece en la película (y no es ficción ni interpretación) como un juego de pensamientos (dudas, emociones, incluso conversaciones quien sabe si incluso agitadas con nada visible) que transmite con ese simple y sin embargo complejo mirar que va más allá de la cámara que lo está captando sin él saberlo. Su madre aparece para decirnos que la mañana del accidente mortal, cuando se despertó, le pidió a Dios hablar con Él. Abrió la Biblia y leyó un texto que decía que Dios le iba a dar el mayor regalo de todos, que era Él mismo. (Podría tratarse de las palabras de Cristo en la cruz hablando con el buen ladrón; pero es una deducción particular). Siguiendo los deseos de Ayrton, su hermana Viviane fundó el instituto Ayrton Senna a fines de 1994 para ayudar a niños necesitados de todo Brasil. Ha sido Fernando Gómez Blanco, director del magazine “Automóvil-Fórmula” el que desarrolló la frase “la mirada (de Senna), el espejo del alma”, convencido de que la mirada (de un ser así) lo refleja todo.